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Five Card Story: El ladrón
a Five Card Flickr story by Student - AJK created Oct 29 2009, 07:17:44 pm. Create a new one!
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Soy un ladrón extraordinario – quizás me conoces. ¿Recuerdes la historia del ladrón quien robó todo los coches con las puertas rara? Fue yo. ¿Tal vez escuchaste del robo de una noria durante la feria estatal de Tejas? También, fue yo. Pero estas historias no son las que quiero contarte ahora – en lugar de estas, prefiero hablar de robo mucho más ambicioso. Iba a ser el más grande exíto de toda mi carrera – más importante que los diamentes franceses, el elefante del zoo ruso o el sombrero del general del ejército colombiano. Entonces, ¿qué era el objetivo de este robo en cuestión?
Era jabón. No rías, mi amigo – esto solo demuestra su ignorancia del mundo alrededor de ti. Este robo de jabón tenía el potencial de terminar mi carrera – no habría necesitado más trabajos con todo el dinero que habría podido ganar del jabón. Y habría sido facíl. El plan era simple pero absolutamente efectivo: compraría una habitación por una noche en un hotel – como recuerdo, era un Embassy Suites (cada habitación era un suite – ¡qué lindo!). Entonces por la mañana, cuando las camareras estaban limpiando las habitaciones, tomaría todos los jabones chiquitos de sus carritos. Sí, mi amigo – me oyes corectamente – todos los jabones chiquitos. Habría sido el hombre más rico por todo el mundo.
Pero no era mi destino – quizás Dios no quiere que yo sea hombre rico. Quizás tiene otros planes para mí. No estoy seguro, pero lo que pasó con las camareras y los jabones chiquitos me ha convencido que había otras fuerzas externas afectando a mi vida ese día horrible. Déjame explicar porque.
Durante este día en cuestión, comencé mi plan a las ocho y media – caminaba a escondidas por los corredores del hotel, buscando los carritos de jabón. Doblé a la izquierda en un corredor, y de pronto, veí un carrito. ¡Y estaba llena de jabón! Las dos camareras estaban en una habitación limpiando con la puerta casi cerrada. Esto era mi oportunidad perfecta. Lentamente me aproximaba al carrito y aun más lentamente ponía mi mano en uno de los millones de jabones chiquitos. Y aquí era donde el mierdo se chocó con el ventilador.
Probablemente, una de las camareras había oído mis pisadas and había llamado a la policía. De esto, no estoy seguro, pero sí yo sé este hecho: de pronto, casi cien agentes de la policía estatal aparecieron de nada. Me habían encontrado con jabones chiquitos en mis dos manos – en este momento exacto, mi carrera había terminado.
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